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Siempre hay motivos para la esperanza

 en Mujer, Trata de personas

Cuando Roopa tenía 12 años vivía con su familia en un pueblo a las afueras de Bhopal, capital del estado de Madhya Pradesh. Como miles de familias de la India, la suya también soñaba con mejores oportunidades en la gran ciudad, así que se mudaron a Bombay, donde un familiar le dijo a Roopa que él podía conseguirle un buen trabajo. Pero no fue así. Este familiar la violó nada más llegar a la ciudad, y después la vendió a uno de los cientos de prostíbulos del barrio de Kamathipura. Roopa seguía teniendo 12 años.

Cuando Roopa se resistía a vender su cuerpo, sus explotadores la maltrataban. Una vez le partieron un diente de un puñetazo. Por suerte, Roopa comenzó a conocer a varias ONG que trabajan rehabilitando a víctimas de explotación sexual en la ciudad, y en ese momento encontró a Sonrisas de Bombay. Roopa recuerda que fue en uno de los talleres para fabricar velas que llevamos a cabo con mujeres víctimas. “La experiencia cambió mi vida. Doy tanto las gracias por haber encontrado al equipo de Sonrisas de Bombay… Tengo un problema en un ojo, así que me cuesta un poco hacer las velas, pero voy a tantas clases como puedo” -cuenta Roopa.

Además de involucrarse en estos talleres terapéuticos, Roopa recibe apoyo psicológico para superar los traumas que ha vivido en el tiempo que estuvo explotada. Aún le cuesta abrirse a la gente y expresar sus emociones, pero poco a poco está aprendiendo a hacerlo y que es bueno para ella. Ahora, Roopa trabaja como asistenta doméstica, y asiste regularmente a las sesiones de terapia de salud mental y artesanía que organizamos desde Sonrisas de Bombay. Incluso le ha recomendado a varias amigas que vayan con ella y participen.

Lo mejor de todo es que Roopa, a pesar de lo vivido, sigue creyendo que hay esperanza. Ese es su motor y el nuestro: no dar nada ni a nadie por perdido.

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