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La historia de Silpa y Prasanna: cuando 120 euros es el precio de una vida

 en Sensibilización

Cuando Silpa tenía 13 años, vivía en su tranquila aldea, fuera del caos de la ciudad. Su madre residía en Bombay, donde trabajaba en un negocio de restauración para sacar a su familia adelante. Un día, una amiga de su madre visitó a Silpa en la aldea y le propuso acompañarla a Bombay para, supuestamente, reunirla con su madre. Sin embargo, a su llegada a la ciudad, la niña fue vendida a una mafia que la obligó a prostituirse. 10.000 rupias fue la cantidad que pagaron por ella, 10.000 rupias que la condenaron a un futuro oscuro y privado de libertad.

Pero Silpa quiso escapar del horror y se propuso cambiar su destino. Consiguió esquivar a sus captores y llegó hasta la estación principal de tren de Bombay, donde se cruzó con la policía y así fue rescatada. Ellos la llevaron a un albergue para niñas víctimas de tráfico humano, donde vivió hasta cumplir la mayoría de edad. Cuando Silpa cumplió los 18 años, era una mujer sin estudios ni formación, tampoco tenía familia que la pudiera ayudar ni un hogar al que dirigirse. Nuestra protagonista no tuvo más remedio que volver a ejercer la prostitución para poder salir adelante, y las inmediaciones de la estación de tren en Kurla se convirtieron en su lugar de trabajo. Silpa no tardó en quedar embarazada de un niño, Prasanna, a quien fue sacando adelante con gran esfuerzo, a pesar de sus duras condiciones de vida.

Mientras se estaba realizando una de las campañas de concienciación en el barrio donde Silpa ejercía, el responsable del proyecto de Sonrisas de Bombay vio a Prasanna e inmediatamente le pidió a su madre que lo llevara al centro de Prerana. Este lugar nació en 1996 para proteger a los menores de los peligros del “barrio rojo” de Bombay. Cuando Prasanna se adaptó a su nuevo hogar, fue admitido en el parvulario que Sonrisas de Bombay abrió en Kamathipura. Se le realizaron exámenes médicos, se le intentó integrar en el día a día de la escuela y su mejoría fue espectacular. Es un niño sano y despierto, y el contacto con su madre era habitual. Hasta que un día Silpa dejó de aparecer por el centro, y las visitas fueron nulas por su parte. Los responsables del centro la buscaron por toda la ciudad, el niño necesitaba a su madre. Después de rastrear todas las zonas donde ella trabajaba, lograron dar con su paradero y descubrieron el motivo por el cual había desaparecido: se había quedado embarazada pero perdió al bebé y esta tristeza le hizo separarse de todo. La promesa de Silpa a su hijo fue ir a verle cada semana, y así fue como pasó, incluso se lo llevó un mes de vacaciones a su pueblo natal. Esta idea no resultó del todo buena, ya que a su vuelta, Prasanna había desarrollado una infección en la pierna, por la que tuvo que ser tratado por el pediatra del centro.

A pesar de todo, Prasanna es un niño fuerte, sano y su mejoría es digna de remarcar. La escuela le está permitiendo mejorar sus capacidades de relacionarse y comunicarse con otros niños y niñas, al tiempo que está recibiendo el seguimiento en salud y nutrición adecuado para que su futuro sea más luminoso y prometedor.

Seguiremos trabajando en nuestra lucha pacífica para que muchos otros niños y niñas no tengan que pasar por la experiencia de Silpa ni de su hijo Prasanna.

*Nota: Con la finalidad de preservar su intimidad, los nombres de los protagonistas no se
corresponden con los verdaderos.

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