Cuento de Navidad. Una historia de supervivencia y esperanza.

Era diciembre del año 1976, exactamente el día 12 de diciembre de 1976. Nuestra protagonista Rubiya vivía en una zona de chabolas, muy muy deprimida en Kandivali, al norte de Bombay. Vivía con su padre. Era la única hija que le quedaba a un matrimonio que lo había pasado muy mal. Adicciones, engaños, abandonos, y sobre todo la pérdida del primogénito en un accidente, el chico, el mayor de sus dos hijos, con solo cuatro años, sumió a la familia en un ambiente de dolor, tristeza, violencia y sobre todo pobreza. Diez años después de la muerte de su hermano, la madre de Rubiya también había muerto, tan sólo cinco meses antes, del día en que empieza esta historia, en agosto. Esos últimos meses, la vida de Rubiya y de su padre se había complicado todavía un poquito más.

La mañana del 12 de diciembre unas máquinas enormes llegaron a la zona de chabolas en las que Rubiya había pasado sus primeros 12 años de vida. Las máquinas arrasaron con todo. Destrozaron su chabola y las de sus vecinos, casi sin tiempo para poder recoger lo más valioso para cada familia.

Justo cuando eso pasó Rubiya estaba jugando en la calle. Cuando regresó a donde estaba su antigua chabola, no quedaba nada, ni tampoco estaba su padre. Esperó y esperó hasta que empezó a oscurecer y preocupada, fue en busca de alguien conocido. Su vecina, había improvisado con unas telas una cabaña. Era una mujer joven, que vivía sola con su suegra. Su marido también había muerto unos meses atrás.

Estuvo con ellas durante casi una semana, y su padre no volvió. Y una mañana, Kiran, así se llamaba su vecina, se llevó a Rubiya a más de una hora de autobús de su casa. Llegaron a una zona totalmente nueva para la pequeña. Kiran había pactado con un hombre la venta de Rubiya a una red de trata y explotación sexual. La virginidad de las niñas siempre ha sido muy cotizada en el barrio rojo de Kamathipura, uno de los principales prostíbulos de Asia.

Si los primeros años de la vida de esta niña no habían sido fáciles, los siguientes fueron aún más duros y complicados. Para poder resistir la realidad Rubiya empezó a consumir alcohol y otras sustancias. Su débil salud fue también la responsable de que perdiera, como mínimo, tres bebés antes de nacer. A los 22 años Rubiya conoció a un hombre joven, amable, del que se enamoró. Un pariente de su proxeneta que aunque no le permitió abandonar la prostitución, al menos la ayudó a dejar de beber. Al poco tiempo tuvieron un bebé. Un niño: Ranjit. Un tiempo después, les abandonó.

Entrevista con Rubiya

Hace unos meses conocimos a Rubiya y nos contó su historia y nos habló de su hijo, Ranjit, quien hoy tiene también doce años. Ranjit es un buen chico, responsable, listo y alegre y aunque está escolarizado falta a la escuela casi todos los días porque ayuda a su madre con la venta ambulante. Estos meses hemos tenido varias reuniones con Rubiya en la que hemos hablado de sus heridas y de su anhelo por evitar que su hijo tenga la misma vida que su madre. Rubiya quiere para Ranjit un futuro con oportunidades y una vida digna. Por eso hemos conseguido convencerla para que Ranjit entre en nuestro programa de “Acceso a la escuela” y con nuestro apoyo conseguir que deje de trabajar y se centre en aprender y desarrollar capacidades que le puedan brindar un futuro.

Finalmente, el pasado lunes 12 de diciembre, con sus 12 años, Ranjit volvió a la escuela. Este es el mejor regalo de Navidad para Rubiya y también para Ranjit, un regalo que solo es posible con el apoyo de nuestras socias y socios colaboradores y donantes. ¡Gracias por ayudarnos a seguir #TransformandoFuturos! Esperamos poder celebrar el presente y el futuro de Ranjit y de muchos más niños y niñas como él cuyas madres viven presas de las cadenas de la trata.

#rompeconlatrata

*Esta historia es ficticia pero basada en hechos reales, que como sabemos tras diecisiete años de trabajo conjunto con las comunidades más desfavorecidas de Bombay, siempre superan la ficción.