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Susana: curiosa, comprometida…¡pura energía!

 en Sensibilización

Susana en Deonar.

A muchos os puede sonar su nombre porque habéis visto sus fotos ilustrando muchas de nuestras publicaciones. Y es que tenemos la suerte de poder utilizar estos bellos e interesantes pedacitos de su mirada sobre la realidad en la que trabajamos. Hoy queremos que la conozcáis. Os aseguramos que tiene muchas cosas que contar y que esta entrevista, como ella si la conoces en persona, no os va a dejar indiferentes. ¡Pura energía! ¡Gracias por formar parte de Sonrisas de Bombay!

Susana, ¿te presentas en un par de frases?:

Namaste, me llamo Susana Carpintero, soy fotógrafa especializada en fotorreportaje. Me gusta descubrir rincones del mundo, conocer sus culturas y su gente: me apasiona viajar. 

Son las cinco de la mañana y escucho las oraciones de una mezquita en el Punjab de Pakistán. Hora de comer: mmmmm… Qué bien huele ese maíz tostado que está cocinando una campesina en un pueblo de los Andes de Perú. ¡Mira ese atardecer! Parece fuego en el cielo, no lo veo claro porque me enfrento a una tormenta de arena en el desierto de Egipto. Ya es de noche y las bocinas del tráfico caótico de Mumbai aún siguen sonando… Los mumbaikars no se cansan de pitar, esa Mumbai que no sabes por qué, pero te hace volver, es el primer lugar al que he viajado dos veces en un mismo año. A lo mejor fue esta energía aventurera y especial la que me hizo coincidir con Jaume Sanllorente, porque realmente, fue algo mágico, lo descubriréis más adelante 😉

¿Cómo estás y cómo estás viviendo la pandemia?

¿La pandemia? Esa palabra que, desafortunadamente está tan de moda. Fue llegar de Mumbai a finales del pasado febrero, y al cabo de unas semanas nos confinaron a todos. Fui de las que pasó el COVID-19 al principio, afortunadamente fue leve y los médicos me controlaron en casa y telefónicamente. 

Está siendo una etapa dura, ves tanta gente que ha muerto y sigue muriendo en todo el mundo. El no poder viajar me hace sentir sin alas para volar y descubrir. Digamos que laboralmente me ha tocado bastante, pues desde el inicio de la pandemia ya me quedé sin trabajo. Pero me paré a pensar en todas esas personas que estuve fotografiando en Mumbai y me preguntaba ¿qué estarán haciendo ahora con esta pesadilla que estamos viviendo? Algunas vivían en los slums (suburbios), otras ni siquiera tenían una chabola. Y tuve este pensamiento: yo tengo casa, sí, estoy confinada, ¡pero tengo casa! Me dije a mí misma: Su, no seas egoísta y no te quejes porque nos han confinado, pues tienes un techo, una cama, una cocina, un lavabo y todas las comodidades para vivir encerrada. Qué suerte la mía, ¿no? Muchos ni siquiera tienen un techo en Mumbai, o lo tienen de plástico y uralita, y cuando vienen las lluvias del monzón les entra agua por todas partes, acompañada del riesgo de enfermar de malaria o de otras enfermedades peligrosas. A veces incluso tienen que dejar su casa y refugiarse donde pueden. O los que viven en Deonar, en el vertedero de Mumbai, rodeados de basura y ratas, donde la tuberculosis es el pan de cada día. Así que la pandemia, aunque sea una etapa dura, la intento vivir bien, sin trabajo pero con mucho positivismo, pensando que es algo pasajero y que volveremos a estar como antes o incluso mejor, valoraremos más los buenos momentos y lo que tenemos, algo tan tópico pero tan real. Porque si en nuestro país la situación ya es extrema… En Mumbai no me lo quiero ni imaginar. Son tiempos difíciles para todos, pero tenemos que ver la parte más positiva y espiritual en todo esto. Es algo que por primera vez nos une mundialmente, aunque cada lugar lo viva diferente, pero nos une. Pandemia…. ¿Pangea? 😉

Ayudarnos entre todos es mi lema actual.

¿Cómo conociste la organización y que te llevó a colaborar con nosotros?

Aquí retomo lo que en la presentación he dejado como una incógnita ;-). ¡Fue tan mágico! No fue una «coincidencia», rectifico la palabra de antes: fue una «sincronización». Esas cosas que pasan por algo, en ese día, momento y lugar.

A finales de enero de 2019 fui a Mumbai por primera vez, a hacer un reportaje de «La influencia de Bollywood en Mumbai». Coincidió con mi cumpleaños. Sí, mis 44 años los cumplí en Mumbai y tuve uno de los regalos más especiales y mágicos, de esos que, de vez en cuando, te regala el destino. La celebración de mi cumpleaños ya empezó con una comida con dos mujeres indias adorables, una era cantante y la otra profesora de español. En la conversación me preguntaron si sabía que en Mumbai había una ONG muy conocida: Mumbai Smiles, y les dije que sí, que había oído hablar de ella en Barcelona, así que ahí ya salió el tema de Sonrisas de Bombay.

Mumbai es una ciudad enorme con muchísimos restaurantes en multitud de distritos… Pues bien, un amigo mumbaikar como regalo de cumpleaños me invitó a un restaurante en el barrio de Pali Hill. Era el 29 de enero, y el restaurante era una sala enorme. Mi amigo y yo estábamos sumergidos en nuestra charla, una mezcla entre inglés e hindi, cuando de repente, justo detrás de mi ¡escuché hablar a alguien en catalán! Fui al baño, y al regresar me fijé en ese hombre. Su cara me sonaba un montón, pero no lograba ubicarlo, así que lo miré descaradamente, ya que el local tenía una luz muy íntima y ambiental, y entonces ya le pregunté: ¿Eres Jaume de Sonrisas de Bombay? Nos presentamos, le expliqué el motivo de mi estancia en Mumbai y me invitó a visitar los proyectos en los que trabajaban. Le comenté que precisamente al mediodía había surgido el nombre de su ONG durante la comida. Le dije «¡Vaya regalo de cumpleaños, conocernos de esa manera!» Y que todo pasa por algo… Me ofrecí a hacer fotos profesionales de los proyectos a modo de colaboración en su proyecto. ¡Buf! cada vez que explico esta historia no puedo evitar que se me ponga la carne de gallina 🙂

Así que llegó el gran día, iba a conocer algunos de los muchos proyectos de la ONG. Fue como meterme en uno de los libros de Jaume, y fui conociendo a los personajes reales de sus libros, desde la superwoman de Prafullata,  que trabaja con mujeres e hijos víctimas de tráfico humano, en los proyectos Mental Health y Butterfly, en el barrio de Kamantipura, hasta los slums más marginados y las escuelas preescolares de la misma zona. También visité el local de bienvenida a todos los visitantes de los proyectos, donde Vinayak me fue a buscar un chai (té) donde se lo vendieron en una bolsita de plástico, nunca olvidaré ese chai, y luego Komal, que también es una superwoman y que habla perfectamente el español, nos explicó el funcionamiento de todos los proyectos mientras comíamos juntas.

¿Qué actividades has llevado a cabo con nosotros o cómo colaboras?

Después de visitar y fotografiar algunos proyectos, como a Jaume y a su equipo les gustaron mis fotos, desde entonces colaboro con ellos como fotógrafa. 

Poco después de venir de Mumbai, en febrero de 2019, estuve pensando en los proyectos de Sonrisas de Bombay y me ofrecí para impartir un taller de fotografía, que los niños tuvieran la oportunidad de fotografiar su día a día a través de las cámaras. Les encantó la idea y ¡venga Susana, otra vez para Mumbai! Regresé en enero de 2020. Canon España cedió a Sonrisas de Bombay muchas cámaras y material fotográfico y pudimos realizar ese proyecto fotográfico que lo titulamos «Bombay desde sus ojos», trasmitiendo la importancia de la fotografía como herramienta de expresión creativa para la infancia. Los niños más desfavorecidos de esta ciudad de la India retrataron y compartieron con nosotros su día a día reflejando a través de la cámara la realidad en la que viven. Ese día se vistieron con lo mejor que tenían, los padres de algunos incluso habían hecho un esfuerzo económico comprando un traje o un vestido para salir guapetones en las fotos… Todo muy emocionante.

Creedme, al ver esa felicidad, esa sonrisa y esa pasión en los niños, tuve que aislarme un momento en un lugar donde solo me miraban dos cabras y una vaca, pues no pude contener las lágrimas. Luego respiré y me volví con los niños.

En este viaje seguí haciendo fotos de los diferentes proyectos y lugares más vulnerables de toda la ciudad.

Viajaste a Bombay. ¿Cómo describirías esos días?

Es una ciudad de contrastes. Hay una parte muy glamurosa: con restaurantes, tiendas y cines con mucho estilo y buen diseño, en contraposición con los slums, lo que serían los barrios de chabolas, con condiciones infrahumanas.

No sé qué tiene Bombay, es una ciudad caótica, con mucho tráfico, muy contaminada y gris: nunca vi un cielo azul. Pero el encanto está en su gente, desde los lugares más marginados y pobres donde la gente me ha regalado una sonrisa y me han ofrecido hasta su propia comida. Vuelves a casa con el alma iluminada, llena de recuerdos de cosas que has visto buenas y malas.

Mi experiencia fue muy buena y volvería más veces, de hecho tenía más proyectos fotográficos a realizar que, por el momento, debido a la pandemia, tendrán que esperar. ¡Ah! Y te puedes volver una adicta de la gastronomía india.

De hecho, creo que conoces bien la India. ¿Qué es lo que más te ha impactado en tus viajes o qué destacarías?

¿Lo que más me ha impactado? Son varias cosas. Una es el contraste social, puedes ver desde una persona trajeada hasta otra sin zapatos o incluso desnuda por las calles. Desde los mejores restaurantes al vendedor de samosas en un semáforo. Cruzarme con un niño que lleva una maleta de escuela, bien vestido y con un típico kurfi (helado) en su mano y en el mismo momento a otro niño sucio, descalzo y la mano alzada pidiendo dinero.

Otra cosa que me impactó son las familias que viven en condiciones inhumanas en los slums y que además pagan entre 50 y 300 euros de alquiler. Es una de las ciudades más caras del mundo, y lo es para todas las clases sociales. Hay muchas mafias por medio respecto al pago del alquiler. 

Un lugar que me impactó fue el vertedero de Deonar, donde hay familias que viven entre escombros, trabajan buscando cosas entre la basura, desde plástico para vender hasta cualquier otra cosa vendible; descalzos por las montañas de basura, padres, madres y niños, todos en busca de algo. Este lugar fue el más impactante para mí, pero al mismo tiempo ves la hospitalidad de la gente, que te invitan a entrar en su hogar a tomar chai y a charlar y sonreír un rato.

Y por último, lo que me impactó fue conocer las historias de algunos niños, sus propios padres o familiares los alquilan, ya sea para la explotación sexual o para vender en los semáforos o pedir dinero. Y estamos hablando de niños muy pequeños.

Destacaría sobre todo la trata de personas, y después de conocer Mumbai, meterme en las entrañas de esta ciudad y ver esa realidad, es cuando te quitas el sombrero delante de Sonrisas de Bombay y te dices que esa gente tienen suerte de que vosotros existáis 🙂

Susana durante un taller sobre tráfico humano.

Un buen recuerdo o una anécdota especial, que tengas con la Fundación.

¡Ja, ja! Tengo muchas anécdotas y como estoy muy parlanchina, voy a explicar dos anécdotas.

Una es con los niños de los slums: nos pusimos a cantar canciones de películas Bollywood, ¡imaginaros! Una blanquita cantando y bailando canciones de ellos, ¡la cara de asombro y grandes carcajadas! 

Otra es con Manoj, uno de los conductores, una bellísima persona que me llevaba con el coche de la Fundación a fotografiar los proyectos. Solo de entrar en el coche le decía: Manooooj Dj babu babu mera gana chala do (=señorito DJ toca mi canción) y ponía la radio con canciones de Bollywood; esos eran mi buenos días, ver esa sonrisa con dientes súper blancos de Manoj. 

Un recuerdo que al escribirlo ahora mismo se me saltan las lágrimas al recordarlo, fue en el taller de fotografía. Una niña empezó a llorar y le dije: kia bata beta? (= qué pasa hija?), pues así lo preguntan en hindi, poniendo hijo o hija a todo. Me dijo que estaba tan emocionada por hacer el taller que tenía ganas de llorar, me dio las gracias y me abrazó. Estaba llorando de alegría. Eso se me quedó grabado en el alma.

Tengo otro recuerdo durante una comida en la oficina de Sonrisas de Bombay, junto con todos los del equipo, cada uno traía su lunchbox (como unos túpers metálicos apilonados) y probábamos lo que había cocinado cada uno.

Un mensaje que nos quieras dar en general.

Creo que lo he mencionado antes, un poco camuflado entre tantas explicaciones: el binomio «Pandemia=Pangea». Aunque antes de la Pandemia ya teníamos que ayudarnos unos a los otros, ahora es aún más necesario. A quien no haya visitado Mumbai, cuando todo se normalice un poco, le recomiendo que pase unos días en esta ciudad tan especial y visite los proyectos de Sonrisas de Bombay, impactantes e imprescindibles, y que coma una samosa mientras camina por sus calles caóticas y llenas de tráfico. Volverá con el alma iluminada… sin duda.

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