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Pramila, cuidadora en Udaan

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Hoy entrevistamos a una persona cuyo testimonio es muy inspirador, que en poco tiempo se ha convertido en una parte importante del alma del centro Udaan. Os presentamos a Pramila.

Tiene 47 años y recientemente se ha incorporado como cuidadora a nuestra casa de acogida para supervivientes de la trata. Hoy en la casa viven seis mujeres y tres de sus hijos.

Pramila ha sido víctima de violencia machista y quiere compartir su historia y enviar un mensaje a las mujeres del mundo. Estamos seguros que su historia no os dejará indiferentes.

¿Puedes hablarnos de tu infancia y de los primeros años de tu vida?

Nací y crecí en un pueblo cerca de Pune; sin embargo, mis padres siempre han vivido en el sur de Bombay. Mi padre trabajaba en una zapatería y mi madre era ama de casa. Como mi padre no era muy responsable con lo que respecta a la manutención de la familia, mi madre empezó a vender pescado y así pudo mantener a una familia con tres hijas y un hijo. Por lo tanto, pronto nos dimos cuenta que debíamos colaborar con nuestra madre a sobrellevar esa carga.

Desde muy pequeña, empecé a ayudar a mi madre y, después de suspender el décimo curso, a los 16 años, tuve que dejar mis estudios y aceptar un trabajo en SEEPZ, Andheri.

¿Tu familia te apoya en tus decisiones y altibajos?

Debido a los problemas económicos, mis padres me casaron con una persona que me doblaba la edad cuando tenía 28 años. Como no conseguía un novio apropiado, para aliviar la carga de mis padres, acepté casarme. Sin embargo, aunque mi marido era médico solía maltratarme debido a su adicción al alcohol. Le abandoné y volví a casa de mis padres. Pero mis padres estaban preocupados porque mi matrimonio fallido estaba afectando a la vida de mis otros hermanos. Yo estaba decidida a no volver a casa de mi marido, quien desgraciadamente murió al cabo de dos años debido a su adicción. Me enteré de su muerte tres meses más tarde del suceso. Incluso en casa de mis padres no dejaba de pasarlo mal.

Más tarde, mis padres me obligaron a casarme de nuevo por la presión social. Así que me casé con un buen hombre. Pero yo estaba destrozada y no quería comprometerme con ninguna relación nueva.

Háblanos de tu experiencia laboral y de como conociste Sonrisas de Bombay

Soy la segunda hija y he sido testimonio del matrimonio fallido de mi hermana y de su sufrimiento como enferma de SIDA. Ella se infectó a través de su marido. Acompañarla me hizo pensar que podía ayudar a las mujeres que sufren esta enfermedad tan seria. Aunque trabajé para concienciar sobre la transmisión del SIDA, repartiendo folletos y ayudando a las personas que sufren esta enfermedad a acceder a los hospitales, no pude evitar su muerte. Mi hermana murió al cabo de dos años de contraer la enfermedad. Me cogió por sorpresa, pero el dolor y la adversidad me hicieron confirmar mi decisión de trabajar en ONGs para ayudar a otras mujeres.

En diciembre se me informó de una vacante en Sonrisas de Bombay. Como había trabajado 20 años con personas con SIDA, estaba muy interesada en aceptar la oportunidad y empecé a trabajar como cuidadora en la casa de acogida Udaan. Ahora cuido de mujeres que han sobrevivido a la trata y espero poder ayudarlas y crecer juntas.

¿Qué deseas para tu vida futura y cuál sería tu mensaje para otras mujeres?

Yo he sufrido mucho y, por lo tanto, quiero ayudar a quien realmente lo necesite, a quien quiera levantarse con confianza contra la injusticia.

Estoy convencida de que aunque cuentes con una buena familia, un buen marido y unos buenos padres, toda mujer debería defender sus derechos y debería ser económicamente independiente.

Gracias Pramila por compartir tu historia. Te deseamos lo mejor y esperamos avanzar a tu lado en el futuro.

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