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La perseverancia de Pradnya para conseguir sus objetivos

 en Mujer

A sus 28 años, Pradnya es profesora ayudante en uno de los centros de preescolar de Sonrisas de Bombay. Originaria del distrito de Beed, en la región central del Estado de Maharashtra, Pradnya se trasladó después de casarse a Ghatkopar, en los suburbios de Bombay, en busca de mejores condiciones de vida. Este tipo de migración es muy común en el país, y se estima que cada día llegan unas 900 personas a la ciudad de Bombay para intentar labrase un futuro próspero. Allí, en la capital financiera, ha vivido desde hace ocho años con su familia de siete personas (ella, su marido, sus tres hijos y sus suegros).

Pese a ser una buena estudiante y haber completado hasta el segundo año de licenciatura, al poco tiempo de casarse debió dejar los estudios para asumir la responsabilidad del cuidado de su familia. Asimismo, aun cuando tenía interés en realizar algún trabajo remunerado para contribuir a mejorar el nivel económico familiar, tanto su marido como sus suegros se oponían a ello. Pradnya luchaba contra una sociedad que presiona a las mujeres para quedarse en casa, cuidar de la familia, realizar las labores del hogar y sobre todo, traer hijos al mundo. Pero su suerte un día cambió, cuando, a través de su cuñada (que trabaja como profesora ayudante en uno de los parvularios de Sonrisas de Bombay), conoció el proyecto de Educación preescolar de la Fundación y supo de una vacante en la zona en la que ella residía. Presentó una solicitud y fue también aceptada como profesora ayudante. Esta decisión, sin embargo, chocó con la oposición frontal de su familia, quienes trataron de obligarla a que abandonara el trabajo. Pradnya no se rindió, luchó contra su propia familia, y se opuso a aceptar el destino que ellos querían para ella. Finalmente logró convencerles acerca de los beneficios que para la familia tendría el que ella trabajara, la estabilidad financiera que supondría y la mejora del estatus social. De este modo, pudo continuar desarrollando sus labores en el parvulario, sin dejar de lado sus responsabilidades en el hogar: su día comienza muy temprano trabajando en casa, cocinando, limpiando, preparando a los niños para ir al colegio, y después pone rumbo al parvulario. Al volver a casa y tras acabar con las tareas domésticas, de nuevo se pone a estudiar. Pradnya nos cuenta muy orgullosa: “Debo decir que acercarme a Sonrisas de Bombay fue una de las mejores decisiones de mi vida. Hoy no solo tengo independencia económica, sino que también he podido retomar mi educación para poder completar mi licenciatura. ¡He recibido un montón de apoyo de los miembros del equipo, y también estamos obteniendo una muy buena respuesta desde la comunidad por el buen trabajo que estamos haciendo! ”

Nuestra gran compañera merece todo nuestro reconocimiento por haber luchado contra viento y marea, y haberse comprometido consigo misma para conseguir ser una mujer libre y respetada por su comunidad. Seguiremos, junt@s, apoyando este movimiento tan necesario para el futuro de la mujer en la India.

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