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Matrimonio forzado: cuando el «sí, quiero» no es una opción

 en Matrimonio infantil, Mujer, Sensibilización, Trata de personas

Imagina que te despiertas un día y tu familia te anuncia que ya han decidido con quién vas a pasar el resto de tu vida. Que no tienes voz ni voto. Que tus sueños, tus planes, tu futuro, ya no te pertenecen. Esta es la realidad de más de 22 millones de personas en todo el mundo que se encuentran atrapadas en matrimonios forzados. 15 de estos millones son mujeres, y una buena parte son niñas.

Muchas veces pensamos que esto ocurre lejos de nosotros, pero la verdad es más incómoda: los matrimonios forzados también suceden en España, en nuestras ciudades, tal vez más cerca de lo que imaginamos. Desde las montañas rurales de Asia hasta los barrios urbanos de Europa, esta práctica persiste y no, no es una tradición cultural es una violación de los Derechos Humanos.

Geeta podría haber sido una de estas estadísticas. Pero es una gran alegría y satisfacción decir que gracias al apoyo de Sonrisas de Bombay no ha sido así. Su historia, que puedes leer completa aquí, nos recuerda que detrás de cada número hay una persona real, con sueños reales, cuya vida puede cambiar gracias a la intervención oportuna y el apoyo adecuado.

Hay tres términos que es importante diferenciar

Para combatir eficazmente los matrimonios forzados, primero debemos entender exactamente de qué hablamos. No todos los matrimonios que nos parecen extraños son forzados, y es crucial hacer estas distinciones para no caer en prejuicios culturales.

El matrimonio infantil ocurre cuando una persona menor de 18 años se casa, generalmente sin capacidad real para consentir debido a su edad y madurez. La mayoría de las veces afecta a niñas que son consideradas una carga económica para sus familias o que son vistas como mercancía de intercambio.

El matrimonio concertado, por otro lado, es una práctica donde las familias proponen parejas potenciales, pero la decisión final siempre recae en la persona involucrada. Aquí existe la libertad real de decir no, de conocer a la otra persona, de tomar tiempo para decidir. El consentimiento es genuino y libre.

Pero el matrimonio forzado es completamente diferente. Aquí no existe elección. La persona es obligada a casarse mediante presión psicológica, amenazas, chantaje emocional o incluso violencia física. No hay salida, no hay alternativa. Y esto, sin excepciones, constituye una violación grave de los Derechos Humanos y, legalmente, un delito de trata de personas.

Matrimonio forzado: un sistema de control

Los matrimonios forzados raramente ocurren de forma aislada. Pueden ser parte de un sistema más amplio de control que comienza mucho antes de la ceremonia. Las víctimas suelen enfrentar restricciones progresivas: se limita su acceso a la educación, se controlan sus movimientos, se monitorean sus comunicaciones, se las aísla de sus redes de apoyo. Por ello desde Sonrisas de Bombay siempre insistimos en que el acceso a la educación reduce las posibilidades de ser víctima de la trata por muchas razones: como el acceso a la información o tener amistades y referentes de apoyo.

Una vez obligadas a casarse, el riesgo de explotación se multiplica. La violencia doméstica, la explotación sexual, el trabajo forzado dentro y fuera del hogar, y la servidumbre doméstica se convierten en amenazas constantes. Muchas víctimas también enfrentan embarazos no deseados y repetidos, problemas de salud sin atención médica, y un aislamiento social que hace extremadamente difícil pedir ayuda.

La familia puede ser la propia trampa

Una de las características más crueles de los matrimonios forzados es cómo la propia estructura familiar se convierte en una trampa. La presión no viene de extraños, sino de las personas que se supone deben proteger y amar: padres, abuelos, tíos, hermanos. Esta realidad hace que las víctimas enfrenten un conflicto emocional devastador entre su deseo de libertad y su lealtad familiar.

Además, el estigma social actúa como una barrera adicional. Las víctimas temen ser rechazadas por su comunidad, perder el soporte económico familiar, o incluso ser víctimas de «crímenes de honor» si intentan escapar. Este miedo al rechazo y a las represalias mantiene a muchas personas atrapadas en situaciones de abuso durante años.

¿Qué puedes hacer tú para prevenir el matrimonio forzado?

Los matrimonios forzados no ocurren de la noche a la mañana. Suele haber señales previas que podemos aprender a reconocer. Una persona en riesgo puede mostrar cambios súbitos en su comportamiento, parecer especialmente ansiosa o deprimida al hablar de su futuro, o mencionar presiones familiares intensas relacionadas con el matrimonio.

También debemos estar atentos a situaciones como viajes repentinos al país de origen de la familia, especialmente si la persona expresa miedo o reluctancia a viajar. La restricción progresiva de libertades, como dejar los estudios sin explicación clara, la pérdida de contacto con amigos, o cambios drásticos en la forma de vestir pueden ser indicadores importantes.

Si crees que puedes tener conocimiento de uno de estos casos te pedimos que te pongas en contacto con nuestro equipo: trata@sonrisasdebombay.org – 634406446.

También te invitamos a apoyar nuestras acciones de prevención:

Entre todas las personas podemos conseguir más finales en los que el “sí, quiero”, tenga un valor real.

 

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