Blog

Buen viaje, querida Susana. Te llevas y nos dejas una enorme cantidad de amor.

 en Sin categorizar

Susana Morera

Llegaste a nuestra vidas -bendito aquel día- hace apenas un par de años. Nos explicaste que estabas enferma y que no querías desperdiciar el tiempo. Con una ilusión inmensa, y una mirada y una sonrisa que desbordaban cercanía, te ofreciste como voluntaria en la oficina de Barcelona y nos dijiste que querías contribuir con una organización dedicada a mejorar el mundo. Ahora (porque seguro que nos estás viendo desde algún lugar) comprenderás que fuiste tú la que convertiste nuestros mundos en algo mucho mejor.

Empezaste a acudir con regularidad y te convertiste en una voluntaria habitual ¡Y de las buenas! ¡Menuda crack!

Desde que te conocemos, no has dejado de dar sentido a todos aquellos tópicos que se suelen decir cuando alguien afronta una enfermedad con mal pronóstico. “Luchó como una campeona”, dicen, como si no se pudiera hacer algo más que luchar. Pero tú realmente hiciste de esa lucha inevitable un canto a la alegría, y al optimismo, sin permitir que el desánimo asomara jamás.

Nos dedicabas siempre muchos halagos y palabras cariñosas. Siempre tan pendiente y siempre en su punto justo. A todos y cada uno de nosotros nos regalaste preciosas palabras y nos abrazaste con tu amor.

Y creo que he descubierto la razón por la que veías en nosotros aquellas cualidades: estoy seguro de que, en esos momentos, el Universo nos convertía, como por arte de magia, en espejos que simplemente reflejaban lo que tú fuiste, eres y siempre serás…

Y digo “eres” y “serás” porque ni mil años pueden borrar la inmensa huella que dejas (otro tópico al que das veracidad de la buena).

Seguro que tuviste momentos de bajón (porque eras humana – además en el mejor sentido – y porque tenías todo el derecho a tenerlos), pero jamás vimos ni un ápice de desánimo o tristeza en tu actitud, tus palabras y tus reflexiones.

“El miércoles tengo los resultados del TAC”, anunciabas. Y todos nos llamábamos ese día a ver quién averiguaba algo porque no nos atrevíamos a preguntar. Y cuando íbamos conociendo que las noticias no eran buenas y casi no sabíamos qué decir, llegabas tú y, como siempre, le dabas la vuelta a todo. “Bueno, vamos a probar otro nuevo medicamento que tal vez vaya bien, estoy contenta”; “estoy encantada con mi oncóloga”; “súper contenta con este complemento natural que refuerza mis defensas”; “qué suerte que exista una nueva medicación que podría ser efectiva”. Todo eran palabras positivas, alegres y rebosantes de esperanza…

“Qué suerte tengo”, decías muchas veces. ¡Suerte, la nuestra, Susana, de haberte conocido…!

Recuerdo del viaje a Bombay

Y por fin llegó aquello que tanta ilusión te hacía: el viaje a Bombay para poder conocer directamente los proyectos.

Tus compañeros en aquel viaje (Feli, Rosa, Quima, Irma, Ricard, Joan…) también se enamoraron al momento de todas las cualidades que desprendías y regalabas.

¡Nos has dado cada lección…! La última que a mí me diste fue hace poco más de un mes. Hablando del dichoso confinamiento (cuántas veces había pensado “pobre Susana, que le ha tocado vivirlo en este momento; lo que se estará perdiendo ahí fuera!”), de repente vas y me sueltas, con tu habitual sonrisa: “¡qué suerte he tenido de que nos hayan confinado! He podido aprovechar mucho este tiempo para hablar con mis hijos, estar con ellos, disfrutar compartiendo…¡Ha sido una bendición!”.

Y nuevamente demostrabas que, incluso en momentos de oscuridad, tu luz podía alumbrar todos los rincones.

Todos (los que se van y los que se quedan) afrontamos las despedidas cómo buenamente sabemos. Pero ¡qué bien has sabido despedirte tú, Susana! De tus compañeros, de tus amigos, de tu familia… en especial de tus hijos, Maria y Narcís.

“¿Eres feliz, verdad?” – me preguntaste un día a las pocas semanas de conocernos. Me hiciste aquella pregunta varias veces hasta que un buen día comprendí el porqué.

“Me has tranquilizado tanto, Jaume” – dijiste ante mi asombro – “Perdiste a tu madre a la misma edad en la que mis hijos perderán a la suya y tú me has hecho ver que, a pesar de ello, podrán llegar a ser felices”.

Y resalto esta anécdota, aunque sea muy personal, para que quién lea estas líneas conozca la exquisitez que tuviste en el cuidado de los tuyos hasta el último momento. Y es que agarrabas el barro de cualquier avatar y lo esculpías con la forma de algo precioso, lleno de belleza y sentido.

Ahora podrás seguir viajando a Bombay y a todos los lugares en los que estemos y vayamos todos aquellos que te conocimos. Porque te llevaremos con nosotros siempre. Allí donde estemos, allí estarás tú.

Ha sido un verdadero PLACER – así, tal cual, en mayúsculas – compartir este tramo de camino contigo. ¡Qué injusto que haya caminantes tan buenos que se retiren antes de tiempo! (otro tópico que desgraciadamente también se cumple). Pero ese es un misterio que nuestra torpeza humana no nos permite entender. Lo que sí entendemos, sabemos y ya sentimos es que el resto de camino que nos toque andar a cada uno de nosotros, lo recorreremos con el amuleto que nos da tu recuerdo y la calidez que nos sigue regalando tu luz.

Hiciste tus maletas con tanta delicadeza y sabiduría, que nos reconfortas incluso ahora que ya has emprendido el vuelo.

Buen viaje, querida Susana. Te llevas y nos dejas una enorme cantidad de amor.

Jaume Sanllorente, fundador y Director General de Sonrisas de Bombay, 24 de septiembre de 2020.

Post relacionados

Comentarios

Hay 7 comentarios en este artículo
  • Luis Manuel
    Responder

    Preciosa carta Jaume.
    No conocí a Susana, pero seguro que es un ángel que se ha cruzado en vuestras vidas. Debería haber más gente como ella, el mundo sería mucho mejor.
    Lo bueno, es que ha dejado huella, y ella seguirá con vosotros, su luz estará siempre con vosotros.
    Amigo, te envío un fuerte abrazo y muchos ánimos para ti, para su familia y para todos vosotros
    Luis

  • Toni
    Responder

    Gracias por estar a su lado, por vuestras sonrisas inacabables y por dar sentido a sus ganas de ayudar. Feliz y agradecido.

    • Sonrisas de Bombay
      Responder

      Toni, te enviamos el abrazo más cálido y amoroso.

  • Ernest Asensio
    Responder

    Una carta preciosa.
    El regal que us va fer la Susana donant-vos el més valuós que tenia (els seus dos últims anys de la seva vida) demostra de bon cor com de grandíssima la Susana era.
    Pel que comentes, igual que la Susana us va donar un ajut i impuls al projecte de Sonrisas de Bombay, vosaltres també li vàreu tornar la vida que la malaltia tant li volia treure.
    Una història que romandrà al meu cor i als meus pensaments durant la resta de la meva vida.

    • Sonrisas de Bombay
      Responder

      Llegir els comentaris de tantes persones que la portem al cor, és una força màgica per viure dia dia amb el seu exemple. Gràcies!

  • Arnau
    Responder

    Qué escrito tan bonito!
    Según describes la forma de Susana de vivir la enfermedad, me conecta directamente con un libro precioso de Ken Wilber: “Gracia y Coraje. En la vida y en la muerte de Treya Wilber”. Así, aprovecho para recomendarlo para tod@s aquell@s que se encuentren en ésta vivencia, y también a todo aquél al que le apasionen las historias de fortaleza y sanación pero, sobretodo, de humanidad.
    Abrazo!

    • Sonrisas de Bombay
      Responder

      ¡Gracias por tu recomendación, un abrazo!

Dejar un comentario

0