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Valishali, la heroína que consiguió plaza en el vagón de la esperanza

 en Sensibilización

Hace unos años que Valishali compró un billete de tren con su marido y sus suegros desde su pueblo natal, Nasik, con la ilusión de llegar a un destino lleno de oportunidades. La última parada fue Bombay, ciudad a la que cada día llegan cientos de personas con sueños por cumplir, y a las que la realidad golpea sin piedad dejando esos anhelos en polvo que se funde con la más tóxica polución de la ciudad.

En su caso al menos pudieron acceder a una pequeña chabola en el norte de la ciudad, evitando con ello dormir al raso. Aún así, los comienzos no fueron fáciles. El sueño que había arrastrado a esta familia a Bombay era conseguir mejor calidad de vida, pero los ingresos que tenía el marido de Valishali apenas cubrían el alquiler de aquel cubículo en el que se alojaban.

Con la llegada de su primer hijo, nuestra protagonista, con tan sólo 21 años, tenía ahora muchas incógnitas respecto al futuro que les esperaba. La lucha por sobrevivir se centraba en el día a día, aprovechando cada rupia que entraba en casa. Pero Valishali tenía claro que quería romper ese círculo de la pobreza con su hijo, y la mejor solución era la educación. Sintió que sus deseos se habían hecho realidad cuando conoció a una de nuestras compañeras de Sonrisas de Bombay: “La profesora vino a nuestro slum para concienciar a las familias sobre la importancia de la educación preescolar, y gestionar las nuevas admisiones. Era una señal, mi hijo tenía que estar ahí”. Valishali no se lo pensó dos veces y se aferró a esa oportunidad que se le estaba presentando.

Con esta decisión nuestra protagonista consiguió que su hijo accediera a una buena educación, además de aprender hábitos saludables y mejorar su dieta, asegurándose una nutritiva comida al día en el parvulario. “Estoy completamente tranquila sobre el crecimiento y educación de mi hijo, gracias a Sonrisas de Bombay, el trabajo de esta fundación es positivo e inspirador” declara Valishali.

Pero la vida le iba a sorprender ahora con otra noticia que mejoraría aún más su situación. En el centro preescolar situado en su barrio, Sangharshnagar, necesitaban una profesora de apoyo, para poder cubrir los días en los que la maestra principal no pudiera acudir. Valishali volvió a verlo claro… se presentó y consiguió el puesto, ayudando así a mejorar la situación económica de la familia.

Este trabajo sirvió de trampolín a nuestra protagonista. Le hizo sentirse más segura de sus capacidades y decidió comenzar a estudiar lo que siempre le había gustado: bachillerato artístico. Valishali se siente feliz de haber podido retomar unos estudios que tuvo que abandonar a una edad muy joven, y se está labrando un futuro, al igual que su hijo.

Ese tren de la esperanza que hace años tomaron, está viendo la luz al final del túnel gracias a tu colaboración.

¡Sigamos luchando juntos contra la pobreza!

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