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Nani: el poder de la motivación

 en Trata de personas

Yo soy Nani, pero mi historia podría ser la de cualquiera de mis compañeras. Nací en enero de 2000, en una zona rural de Nepal, Nuwakot. Mis padres tenían ya un chico y una chica más mayores y detrás de mí llegó otro hermano. Mi padre es jornalero.

Mi infancia ha sido una lucha constante. El único que traía dinero a casa era mi padre. Pero no era suficiente, ni siquiera podíamos cubrir las necesidades más básicas de toda la familia, pero aún así mis padres lo hicieron todo para que pudiésemos estudiar. Con los años la situación se fue complicando y cada vez pasábamos más penurias. Tuve que dejar de estudiar para ayudar en casa y vi como un futuro prometedor se alejaba.

Mi madre empezó a trabajar en las tierras de otras personas para ganar algo más de dinero. A veces levantábamos la cabeza pero de golpe todo se complicaba de nuevo. Fue por aquel entonces que mi padre empezó a beber y su alcoholismo se sumó a los problemas de la familia.

Nos esforzamos mucho, pero ni yo, ni mi madre ni mis hermanos conseguimos que dejara de beber, y todo se volvió mucho peor. Yo también me sentía cada vez peor. Mi sueño era alistarme en el ejército, lo intenté, pero no reunía todas las condiciones y la negativa me dejó hecha polvo y empecé a odiar mi vida: no podía estudiar, ni cumplir mis sueños, ni ayudar a mi familia…perdí el norte por completo. Me sentí, muy, muy sola.

Pero un día tuve suerte, conocí el equipo de Chhori, la organización con la que Sonrisas de Bombay trabaja en Nepal para prevenir que jóvenes en situación de exclusión como yo caigamos en manos de las redes de trata. Conocí su proyecto “SAHAS” que durante tres meses ofrece alojamiento y formación en diferentes disciplinas a jóvenes como yo. Sin dudarlo me apunté y por fin tuve suerte, y me escogieron para participar.

Fue como si pudiera volver a respirar de nuevo, una oleada de esperanza me invadió al instante. Durante estos tres meses que he estado en el centro he desarrollado mis habilidades comunicativas, he adquirido nuevos conocimientos y experiencias, ¡me he sentido segura!. También he adquirido conocimientos sobre mí misma, mi cuerpo y mi salud. Y lo más importante también para detectar situaciones de explotación o de violencia. Todo esto va ahora en mi mochila y cada vez que puedo lo comparto con mi familia y mi entorno. Me siento muy diferente, me siento con fuerza para mirar al futuro y conseguir mis sueños: una vida digna y ayudar a mi familia.

¡Gracias por darme este poder!

En el Día Internacional de la Niña os hemos querido contar la historia de Nani, como ella dice, podría ser la de cualquiera de sus compañeras, pero muchas chicas de comunidades pobres como la suya, no corren la misma suerte. Solo en Bombay 400.000 niñas y mujeres son víctimas de la trata, muchas de ellas, provienen de zonas como la de Nani en Nepal, Bangladesh o Calcuta. Tú también puedes ayudar a más niñas como Nani a alejarse de los peligros de la trata y a sentirse fuerte, segura y con oportunidades. ¡Colabora! #rompeconlatrata.

*En esta historia hemos modificado algunos datos para proteger la identidad de la chica y su familia.

 

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