Descubriendo Bombay a través de Sonrisas

Desde que tomé la decisión de ir, la emoción es la que impregna el viaje: voy a Bombay a reencontrarme con mis dos amigos del alma, Ángel y Jaume, cuatro meses después de que fueran para allá. Estoy emocionada y con muchas ganas de abrazarlos. Pero no es la única emoción que me espera.

Podría escribir sobre la ciudad de Bombay (también de la India en general y del Rajasthan, que visité), de sus contrastes, de su ritmo vertiginoso, de su energía, de sus olores, de sus sonidos… Podría hablar de su gastronomía, de sus monumentos, de sus calles, de sus rituales… ¡de su gente que siempre sonríe!

Porque todo esto dio forma al montón de sentimientos que me acompañaron y que se mantuvieron durante todo el viaje.

Pero sin duda, lo que me hizo sentir más plenitud y alegría fue poder vivir y compartir la obra que Sonrisas de Bombay está haciendo desde hace ya tantos años. Me entusiasmó todo lo que vi y viví allá. Visité los proyectos y quedé maravillada de la energía que emergía de las escuelas, de los talleres, de las personas que forman el equipo que se ocupa de todo ello, la cual es una extensión del espíritu, que ya he conocido y disfrutado en el equipo de Sonrisas en Barcelona; el maravilloso espíritu que inspira su fundador, Jaume Sanllorente. Me siento agradecida a las personas que conocí, que me hicieron sentir como en casa; recibí la atención y el afecto de todos.

¡Los proyectos! Los conocía por Jaume y sabía lo que se ha hecho y lo que se está haciendo, pero poderlo ver y vivir fue todo un regalo y un privilegio. Porque cuando pude poner cara a los niños, a las jóvenes, a las mujeres, a las escuelas, a las relaciones de todos ellos, a las sonrisas… ¡fue una pasada!

Ha sido un regalo convivir con todos ellos. Me siento muy orgullosa de este universo del que ahora siento que ya formo parte. ¡Sí, yo también he vuelto transformada!